Nunca me ha gustado el color rosa. Es algo que me pasaba desde muy pequeña, aunque ahora con los años a veces me visto de rosa, no es un color que me identifique demasiado. Siempre he sido más de amarillos y rojos. Sobre todo de pequeña, ¡me ecantaban! Por eso cuando me dijeron que iba a tener una niña tuve muy claro que no iba a comprarle todo rosa. Y aunque es inevitable que algunas de las cosas que tiene sean rosas (porque el mercado de bebés está fatal..... todo sigue siendo rosa y azul, sobre todo cuando son pequeñitos) pues pensé que en lo que estuviera en mi mano iba a intentar que Sara tuviera muchos colores diferentes. Y así lo estoy haciendo. En esta foto podeis ver la cuna, que se la he pintado de verde mint y naranja con pintura de tiza. También el cambiador se lo he pintado a juego.
Luego le he hecho esta funda para el nórdico. Cogí esta tela que no estaba en la sección de bebés pero que era de algodón, con motivos de macetas, girasoles, abejitas y regaderas. Siempre he tenido debilidad por las abejas, me encantan, así que el al ver la tela supe que esta era la mía. Como podéis ver el color principal es amarillo, así que compré una cenefa con ribete amarillo para bordar el nombre de Sara a punto de cruz y unas cuantas florecillas y abejas. La verdad es que a mí el resultado me encanta y encuentro que da a la cuna un aspecto muy alegre, distanciandose un poco de los tonos más pasteles que se suelen usar para los bebés.
En esta última foto podéis ver la cenefa un poco más de cerca con los primeros peluches que ha tenido Sara, regalados por su abuela Susana y su tío Eli, que son un osito y, como no podía ser de otra forma, un dinosaurio. Espero que de mayor a ella también le encante el aspecto que tenía su cunita.
